En toda verdadera democracia, las reglas que un gobernante debe observar son muy claras y precisas: alternabilidad en el ejercicio del poder, equilibrio y control mutuo entre poderes y salvaguarda de los derechos de las minorías.
Podemos decir que el gobernante es simplemente el personaje al que se encomienda la tarea de administrar los intereses del Estado, pero en nombre del "Estado", los defensores de ideologías dictatoriales confunden la acción y las competencias del Gobierno con las del Estado.
El Estado es el conjunto de diversas formas de vida individual y colectiva, mientras que el Gobierno es a quien se le confía la administración del interés común pero, de ninguna manera, la autoridad para someter a los demás órganos del Estado y, menos aún, avasallar a nadie.
El Estado es el conjunto de diversas formas de vida individual y colectiva, mientras que el Gobierno es a quien se le confía la administración del interés común pero, de ninguna manera, la autoridad para someter a los demás órganos del Estado y, menos aún, avasallar a nadie.
Pero la realidad histórica demuestra que, cuando domina la confusión entre Estado y Gobierno, cuando quienes ejercen el poder político adoptan posiciones dictatoriales, el ciudadano se convierte en un ser desdichado, dependiente y sometido.
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