Reflexión para hoy:

     

domingo, 24 de julio de 2011

14 kilómetros


El racismo es un cáncer que suele enquistarse en el cerebro de los mediocres. Una maldita coartada moral que ha contribuido a los mayores genocidios de la historia de la humanidad. Son pocos los que han aprendido la lección y muchos los que recurren a las aberraciones segregacionistas contra la población inmigrante. Es lamentable que aún exista gente dispuesta a justificar la barbarie en nombre de fronteras, mapas, razas o lenguas; apelando a los mismos bajos instintos humanos que tiñeron de sangre y cenizas el pasado siglo.


Los moldeables principios y valores de los actuales partidos políticos socialistas de izquierdas y de derechas se suelen adaptar a la población inmigrante con el fin de arañar un puñado de votos. Esos partidos políticos son auténticas máquinas electorales que en un momento dado te echan una mano para luego ahogarte con la otra. A los políticos socialistas solo les interesa captar votos, siendo la supuesta tolerancia de la que presumen una técnica de disimulo más en el circo electoral.

En concreto, la relación de los partidos socialistas de izquierdas con lo que ellos mismos han venido a calificar como "colectivos a proteger" no deja de ser hipócritamente demencial. Es un hecho que esos partidos nunca han dudado, a lo largo de la historia, en aplastar y arrasar con las denominadas “minorías” con tal de hacer realidad su paraíso socialista en la tierra. Esto lo han hecho siempre aunque, a veces, desde el poder se presenten como sus mayores benefactores.

El socialismo de izquierdas cree haberse apoderado del voto inmigrante. Los marxistoides son tan lelos que sueñan que los inmigrantes son suyos porque les acogen en su supuesto fraternal paraíso socialista. Paraíso que no es otra cosa que la imagen de esos inmigrantes haciendo cola en las oficinas de empleo, si aún tienen la suerte de que no les hayan recluido en un centro de internamiento para extranjeros.

Los demagogos socialistas de izquierdas del gobierno de Zapatero pasaron de las regularizaciones masivas a las redadas de inmigrantes. Algunos españoles aborregados quieren echar a patadas a todos los inmigrantes, empezando por la policía del gobierno del todopoderoso Alfredo Rubalcaba y que formaba parte del mismo gobierno que se inventó aquello de “papeles para todos”, es decir, del gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

A esos marxistoides les importa poco o nada la dignidad y bienestar del inmigrante, sólo la papeleta que deposita en la urna tiene valor. Es más, no cuestionarán la necesidad de que se hostiguen a los inmigrantes a través de artificiales grupúsculos socialistas de extrema derecha si, de esta forma, se desencadena un estado de división social que les posibilite colocarse como los que abanderan la sensatez, la moderación y la prudencia para la resolución del problema xenófobo. Un problema que ellos generaron cuando glorificaban sus “papeles para todos”.

Paradójicamente, gran parte de los mastuerzos subsidiados, que apoyaron electoralmente a los que prometían "papeles para todos", apelaron a la dignidad de unos inmigrantes que trabajaban allí donde los españoles no querían hacerlo. Ahora, esos energúmenos claman por echarles de España haciendo uso de "piquetes descontrolados", eufemismo que se utiliza para no llamar las cosas por su nombre, es decir, para evitar decir mafia. Una mafia que integran esos paniaguados que han dejado o van a dejar de cobrar, por falta de presupuesto público, la subvención o el subsidio. Por eso, ahora, no quieren extranjeros que les hagan la competencia en la búsqueda de un empleo.

La peste racista siempre acecha sigilosa para captar incautos que la retroalimente. De nada sirven los derechos humanos, los valores y el civismo cuando un tipo está cegado por la xenofobia. Incluso algunos se refugian ahora en el patriotismo. Ese patriotismo que han pisoteado durante años mientras afirmaban que llevar visible la bandera roja y gualda era cosa de fachas.

¡Es tremendo!, agitas un poco la basura humana y rápidamente empiezas a percibir un nauseabundo hedor xenófobo. Un olor que apesta a cobardía moral, a mezquindad, a caudillaje y a falso patriotismo. Igual que los simios cuando ven amenazado su hábitat por un extraño. Eso es el patriotismo de base xenófoba, o sea, la huella del salvajismo y la barbarie que aún conservan muchos homo erectus poco sapiens. Y cuando hablo de falso patriotismo me refiero a todo lo contrario de lo que debemos entender por patriotismo, es decir, el amor a tu tierra o lugar dónde vives, así como la cooperación honesta, voluntaria, pacífica y fraternal entre todos los que trabajan esa tierra, con independencia de que hayan nacido allí o no. Me refiero a ese patriotismo que hace que mejore el bienestar y calidad de vida de todos los que, con su esfuerzo, han posibilitado que las patrias sean lugares dignos donde criar a los hijos.

Y digo yo, ¿Qué entienden esos zopencos por inmigrantes? ¿Son inmigrantes los socios de la Unión Europea que proceden de Rumanía? Deberían saber que como socios de España que son, y no olvidemos que la mayoría de los españoles pastueños siempre se han extasiado con ese cuento de hadas de la Unión Europea; sigo, como socios de España que son, tienen todo el derecho a establecerse, vivir y trabajar en cualquier lugar de la Unión Europea que les plazca, sin que ningún merluzo racista venga ahora amenazante con la idea de expulsarlos. Merluzos racistas que ocultan, con total seguridad, su preferencia por las chicas rumanas cuando frecuentan su putiferio de carretera favorito. Porque no es un secreto que esas féminas del este y oeste de los montes Cárpatos son las preferidas de los puteros españoles.

Quizás esos zopencos xenófobos no piensan que sus odiados “sudacas” han aportado un estimable esfuerzo para hacer realidad el crecimiento económico español antes que el socialista Zapatero se lo cargara con sus políticas sectarias, necrófilas y liberticidas.

Gracias al trabajo silencioso y poco remunerado de muchas ciudadanas sudamericanas inmigrantes, los hijos y abuelos de un ingente número de esos nuevos racistas han sido atendidos con dignidad. Mujeres inmigrantes que han desempeñado el papel de las “chachas” del siglo XXI y cuyos maridos, también inmigrantes, han servido el almuerzo a esos mastuerzos racistas en un “fast food" mientras hablaban de futbol en lugar de debatir, en su momento, la oportunidad de las políticas socialistas de “papeles para todos”. Quizás esos zopencos xenófobos no han reparado que el bolso que lleva su petulante mujer se lo ha vendido un inmigrante de color chocolate, que se deja el pellejo deambulando por las playas españolas para poder subsistir.

España para los españoles dicen los nuevos fascistas marxistoides de la piel de toro. Sin embargo ignoran que el pueblo español ha sido tradicionalmente un pueblo de emigrantes. ¿No les suena eso de “Manolo, vente “”pa”” Alemania”? ¿Acaso desconocen la historia de América? ¿No se acuerdan de los gallegos que emigraban a Cuba para blanquear la isla y crear riqueza con su trabajo e inversión? ¿Alguien duda aún de que gran parte de los españoles van a tener que emigrar de nuevo porque España va cuesta abajo y sin freno hacia la ruina? ¿No piensan que ahora pueden ser ellos los inmigrantes en el país que les acoja?

Los inmigrantes llegaron a España con la intención de trabajar y crear riqueza, pero la cosa económica se ha torcido por culpa de algunos políticos intervencionistas y manirrotos que con sus pezuñas corruptas ahogaron la economía de mercado. Ahora que esto se va al garete, a algunos sólo nos queda el consuelo de poder llamar gilipollas a todos aquellos que decían: “…… que eso de “papeles para todos” era una cosa buena porque los niños abortados en España serían sustituidos, sin problemas, por inmigrantes que pagarían las pensiones de jubilación”. Ahora no hay trabajo, no vienen inmigrantes. Es más, otros hacen sus maletas y se trasladan a países con mejor porvenir. ¿Quién va a pagar las futuras pensiones de jubilación cuando todos sabemos que el índice de natalidad es negativo desde hace lustros? Ahí tenéis vuestro maldito derecho al aborto y vuestras malditas políticas contra la familia que han posibilitado que la pirámide de la población española se haya invertido, siendo mayor el número de ancianos que el de jóvenes.

Además de las políticas contrarias a la institución familiar o aquellas que huelen a muerto, como son las del fomento del aborto, del suicidio asistido o de la exhumación subvencionada de cadáveres siempre que éstos porten el uniforme del Frente Popular; podemos afirmar que el socialismo marxistoide también lleva grabado en su ADN ideológico la oposición radical a los mercados abiertos y, en especial, a la libertad de movimientos de personas, capitales y mercancías que precisa la economía de mercado para llevar riqueza y bienestar a todos los ciudadanos del mundo.

Está claro que no se puede tener a la vez fronteras abiertas y un alocado Estado de bienestar pero, afortunadamente, la globalización se está encargando de interconectar a las sociedades, desterrando las obsoletas reglas comerciales proteccionistas y poniendo de manifiesto la inutilidad de las fronteras. Incluso el problema de la inmigración, que tanto temen algunos zopencos, desaparecería; puesto que la mejor forma de evitarla es llevando oportunidades de negocio y riqueza a los países exportadores de emigrantes. Algo que la economía de mercado globalizada sabe hacer muy bien siempre que exista un entorno de Libertad para el ciudadano, no se machaque a impuestos, se respete la propiedad privada y se ofrezca seguridad jurídica para los inversores; circunstancias inexistentes en los países socialistas.

La culpa nunca es del inmigrante sino de aquellos canallas que perversamente ponen en práctica una política migratoria totalmente errónea y capciosa, o de aquellos canallas que fuerzan a la gente, presa de la miseria o del terror, a dejar su tierra.

No hay ninguna duda, la política de regularización masiva de “papeles para todos” está detrás de aquellas avalanchas y del control inexistente de las fronteras en España que permitió la entrada indiscriminada de ciudadanos foráneos por tierra, mar y aire; cuya mayoría deseaban sólo disfrutar de una vida mejor, dejando atrás las situaciones de miseria en las que vivían. Digo mayoría porque también entraron algunas bandas organizadas de delincuentes cuya peligrosidad ya se ha puesto de manifiesto. Pero la culpa, como he dicho al principio, no es del inmigrante honrado y trabajador sino de esa miserable chusma política socialista que ha enmarañado todo.

La película que hoy analizo se titula “14 kilómetros”. Esa es la distancia que separa África de Europa. También es la barrera que separa los sueños de millones de africanos que ven en los países que disfrutan de la economía de mercado su única salida para escapar del hambre y de la miseria que generan las políticas socialistas que ahogan la Libertad y el progreso.

El film nos muestra la aventura desesperada de tres jóvenes africanos que recorren un largo y peligroso viaje a través del Sahara para llegar a la tierra de las supuestas oportunidades.

Un viaje que tiene su origen a miles de kilómetros de distancia y que puede durar años. Y esto es lo que pretende "14 kilómetros". Esta película es un homenaje a los que triunfaron y a los que fracasaron, a los que viven y a los que murieron en el empeño. Para todos ellos mi admiración y respeto.





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