El monstruo de la ONU, es decir, ese armatoste burocrático que se creó con el propósito de unir a las naciones para garantizar la paz, la concordia, el progreso, la prosperidad y la felicidad universal ha degenerado en un esperpento ideológico liberticida que nunca ha garantizado ni va a garantizar la paz la concordia, el progreso, la prosperidad y, mucho menos, la felicidad de nadie, salvo de los sátrapas y burócratas autocráticos que la controlan. Esto es así por la contaminación despótica de gran parte de sus estados miembros, muchos de ellos mecenas del terrorismo y amantes de la tiranía. Analicemos algunos de sus miembros:
Libia, la del déspota Gadaffi que tanto odian ahora los mismos que lo veneraban con locura en el pasado, ha formado parte del Consejo de Seguridad y, con poco disimulo, colaborador con el terrorismo internacional desde los años 70.
Zimbabwe ha formado parte del Consejo Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), aunque millones de personas en el África meridional corren el riesgo de morir de hambre debido a la política represiva e intervencionista del régimen de Mugabe.
Corea del Norte, la nación más pobre y menos libre del planeta, ha formado parte de la Comisión de Desarrollo Social.
Siria, esos que también quieren arrojar al mar al pueblo israelí, ha formado parte del Comité General de la Agencia Internacional de Energía Atómica y del Primer Comité de Desarme y Seguridad Internacional de la Asamblea General.
Irán, el que amenaza siempre con "borrar a Israel del mapa" y que ahorca a la gente por su condición de homosexual, ha formado parte de la Comisión de Desarme y Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias del Consejo de Derechos Humanos.
Birmania, experta en masacres perpetradas por el ejército sobre la población civil, niños incluidos; ha formado parte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Sudán, con su amplia experiencia en el apoyo de masacres en Darfur, ha formado parte del Comité Ejecutivo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
No olvidemos que del Consejo de Derechos Humanos también han formado parte naciones pseudodemocráticas y opresoras como China, Cuba, Arabia Saudí, Pakistán y la gran Rusia, esa nación que la preside un antiguo dirigente de la KGB. ¡Sí, me refiero a la repugnante KGB! Ese engendro policial represor que se encargaba de torturar a los disidentes en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La lista es para echarse a temblar y pervierte los verdaderos fundamentos por los que se crearon las Naciones Unidas.
La ONU también se ha ganado una consolidada fama como organismo donde la corrupción es el pan de cada día. Recordemos el escándalo mayúsculo del Programa Petróleo por alimentos como uno de tantos ejemplos.
No olvidemos que la ONU tiene el mérito de mirar hacia otro lado cuando se está masacrando a la población civil como sucedió en los Balcanes, en Sudán, en Somalia o en Ruanda donde grupúsculos criminales armados con machetes y taladros a batería se imponían por la fuerza sobre las propiedades y la vida de sus conciudadanos, sin que nadie les parara los pies. Allí estaban los cascos azules de la ONU, como espectadores de primera fila contemplando el exterminio.
Sólo en los Balcanes se detuvieron algo las matanzas gracias a la intervención de la OTAN. En otros infaustos lugares la OTAN no pudo hacer nada puesto que se lo impidió la ONU y los pseudopacifistas liberticidas de occidente. En esos funestos lugares las matanzas se pararon sólo cuando no había ya nadie a quien matar.
En la película que analizamos hoy podemos comprobar cómo la ONU es algo inútil que encima nos cuesta mucho dinero. Repasemos como se inicia un genocidio consentido:
………empieza un nuevo día en Ruanda pero algunos incidentes perturban la cotidianeidad. Soldados hutus instigan por radio a "erradicar la invasión asesina de los tutsis". Paul Rusesabagina es hutu y director del hotel Mille Collines, propiedad de las aerolíneas belgas Sabena. Es respetado por su generosidad, su carisma y los contactos que tiene; pero se ve involucrado en el transcurso de los acontecimientos cuando quieren matar a su mujer tutsi, a sus hijos y a sus vecinos.
Paul logra sortear los primeros obstáculos mediante el soborno con la esperanza de que las fuerzas internacionales que debería enviar la ONU lleguen en cualquier momento para evitar la guerra civil. Sin embargo, la situación se recrudece y la ONU no aparece.
Tras el asesinato del presidente ruandés comienzan las matanzas indiscriminadas de tutsis a manos de los soldados y ciudadanos hutus. Paul logra proteger a los suyos en el hotel que regenta, al que empiezan a llegar miles de personas pidiendo auxilio. Mientras un joven cámara, reportero de la BBC, asiste al espectáculo dantesco.
Paul hace uso de todos los recursos y sobornos posibles para mantener con vida a los tutsis refugiados en el hotel.
Las fuerzas internacionales enviadas por la ONU llegan a cuenta gotas a Ruanda pero sólo para evacuar a los ciudadanos blancos y devolverlos a sus países de origen, con órdenes de no intervención. Como siempre, la ONU haciendo su papel de pacifista. Papel que no ha generado otra cosa que intensificar las matanzas allá donde se producen.
Paul, armado de coraje y con la ayuda de un coronel de los cascos azules que se siente defraudado con la organización a la que sirve pero que conserva su pundonor, lograrán cobijar y proteger primero, y salvar después, la vida de miles de personas que le confiaron su vida.
Paul, ejemplo de bizarría y bondad, se compromete consigo mismo para proteger a su mujer tutsi, Tatiana, a sus hijos y a los 1200 vecinos tutsis que, atemorizados y amenazados, llegan al hotel pidiendo auxilio y protección.
El genocidio de Ruanda es otro episodio sangriento más que forma parte del historial de la inútil ONU. En Ruanda la ONU se abstuvo una vez más de intervenir militarmente para proteger a los perseguidos.
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Reflexión para hoy:
lunes, 14 de marzo de 2011
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La diplomacia siempre lo jode todo.
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