
Es frecuente que el típico pseudoprogre me formule la siguiente pregunta:
¿Sin Estado con que construyes hospitales que no son rentables para la iniciativa privada?
La lógica nos dice que si no son rentables es porque no se utilizan o su utilidad es desproporcionada a los medios económicos que se invierten, dinero que podría destinarse a otros fines de mayor uso; sin olvidarnos que es el propio contribuyente quien sabe emplear mejor su dinero. No todos somos gilipollas, algunos no necesitamos a nadie que administre nuestra pasta por nosotros.
Entonces, si no se utilizan para que demonios vas a construirlos, sobre todo con el dinero de otro. A eso se llama robar por intereses personales o de partido.
¡Ya se, ya sé!. No nos podemos olvidar de aquel pobre niño diabético que vive aislado en una montaña. ¡Dios mío! ¿Cómo la sociedad va a abandonarle?.
Pues nada, al típico iluminado pseudoprogre que gobierne, tan buenista y demagogo, sobre todo con la intención de ganar las próximas elecciones, siempre decidirá gastar un dineral para crear una Dirección General, dependiente del Ministerio de Fomento, cuyo nombre podría ser D.G. de Infraestructuras Ruinosas de Montaña, con su director general, subdirectores y los tropecientos asesores correspondientes, todos nombrados a dedo “of course”. Se necesitarán también muchos funcionarios, si son del partido mejor, así son más leales y palmeros. Todo ello con el objeto de construirle a esa desgraciada familia un centro hospitalario cercano con toda su plantilla y dotaciones.
No nos olvidemos de construir una carretera, con puentes y túneles incluidos para que se pueda acceder al hospital; y si ponemos una línea ferroviaria mucho mejor, de esta forma damos opción al que quiera usar el transporte público ¿Y porqué no un aeropuerto inútil como el de Castilla La Mancha?, ¡así podrán coger la desgraciada familia sus vuelos cerca de casa para irse de vacaciones a Cancún!.
¡Que bonito es todo! Esa familia, los pseudoprogres, los amiguetes con los que se contrata la obra pública y el demagogo de turno que gobierna estarán felices gracias a los mentecatos que pagan coactivamente sus impuestos.
¿No sería más fácil que dicha familia se trasladara a vivir a la ciudad para poder elegir libremente entre los recursos sanitarios públicos o de iniciativa privada que se ofrecen?.
Bueno, si no estás de acuerdo tú y muchos pseudoprogres como tú, siempre podéis donar la mitad de vuestro sueldo con la intención de construir hospitales en lugares poco rentables para la jodida iniciativa privada, así podréis dormir con la conciencia tranquila sin necesidad de recurrir al dinero de otros.
Los enemigos de la libertad rechazáis la privatización porque en realidad apreciáis la coacción política, y en la privatización veis con temeridad el ingrediente básico de la sociedad abierta: la libertad de los ciudadanos. Se os llena la boca con el Estado de bienestar, con la necesaria dependencia del Estado; pero todo eso no es más que la institucionalización del parasitismo, camuflado en el sueño de la solidaridad obligatoria y el falso progreso social utilizando el dinero de otro. Un parásito siempre intentará engañar a su huésped para no ser detectado y eliminado. A veces lo consigue. Incluso le hace creer que resulta beneficioso para su supervivencia.
No debemos olvidar que un servicio privado, y esto está demostrado, ofrece siempre mayor calidad a menor coste porque está mejor gestionado que los servicios públicos. Existe un dicho famoso que nos ilustra esto: “lo que es común es de ningún”.
Recordemos al exministro de sanidad socialista, don Bernat Soria que aseguró que la sanidad, "el más esencial de los servicios públicos, en España es universal y gratuito".
¿Gratis?, ¡ y un carajo! Cada año los ciudadanos son forzados por el Estado a pagar más y más pasta por la sanidad, que según el exministro es falsamente gratuita. Menudo engañabobos está hecho. Pero, ¿podemos denunciar este robo y decidir donde gastar el fruto de nuestro trabajo? No, eso es imposible dirán los pseudoprogres, porque en ese caso nos inclinaríamos a favor de la libertad y no interesa que las masas tengan esa libertad puesto que sería difícil dominarlas.
Proclamaba el socialista Soria que la coacción es siempre bienvenida, porque la sanidad pública ¡no tiene precio!. Otro iluminado a escena como la otra mediocre exministra socialista egabrense que afirmó que el dinero público no era de nadie. ¡Que cara tienen!.
Reflexionemos con relación a la educación pública. Su función será acabar con el analfabetismo, dando la posibilidad de que todo el mundo pueda formarse lo mejor posible para ser capaz, en el futuro, de sostenerse por sí mismo. Sin embargo, la ausencia de incentivos impide con frecuencia que la educación que se ofrece desde el sector público sea de calidad.
Pocos maestros funcionarios se esfuerzan o bien, pocos directores funcionarios de escuela pública evitan enfrentarse con los docentes, la mayoría integrados en sindicatos sectarios, y exigirles resultados, si saben que al final, a todos ellos, les van a pagar lo mismo. Además, está el problema del mangoneo político de la enseñanza. Me refiero a la manipulación de los alumnos por el gobierno de turno, ya sean gobiernos socialistas de derechas o gobiernos socialistas de izquierda.
Los socialistas de todo color suelen desvirtuar por completo el concepto de lo social, que en vez de ser el producto de relaciones espontáneas, altruistas y voluntarias entre individuos libres se transforma en burocratización estatista establecida mediante la coacción.
Los ciudadanos deben exigir menos Estado y más libertad para ser responsables de sus vidas, sin que papá Estado se dedique a la fatal arrogancia de saber lo que nos conviene mejor que nosotros mismos.
¿Sin Estado con que construyes hospitales que no son rentables para la iniciativa privada?
La lógica nos dice que si no son rentables es porque no se utilizan o su utilidad es desproporcionada a los medios económicos que se invierten, dinero que podría destinarse a otros fines de mayor uso; sin olvidarnos que es el propio contribuyente quien sabe emplear mejor su dinero. No todos somos gilipollas, algunos no necesitamos a nadie que administre nuestra pasta por nosotros.
Entonces, si no se utilizan para que demonios vas a construirlos, sobre todo con el dinero de otro. A eso se llama robar por intereses personales o de partido.
¡Ya se, ya sé!. No nos podemos olvidar de aquel pobre niño diabético que vive aislado en una montaña. ¡Dios mío! ¿Cómo la sociedad va a abandonarle?.
Pues nada, al típico iluminado pseudoprogre que gobierne, tan buenista y demagogo, sobre todo con la intención de ganar las próximas elecciones, siempre decidirá gastar un dineral para crear una Dirección General, dependiente del Ministerio de Fomento, cuyo nombre podría ser D.G. de Infraestructuras Ruinosas de Montaña, con su director general, subdirectores y los tropecientos asesores correspondientes, todos nombrados a dedo “of course”. Se necesitarán también muchos funcionarios, si son del partido mejor, así son más leales y palmeros. Todo ello con el objeto de construirle a esa desgraciada familia un centro hospitalario cercano con toda su plantilla y dotaciones.
No nos olvidemos de construir una carretera, con puentes y túneles incluidos para que se pueda acceder al hospital; y si ponemos una línea ferroviaria mucho mejor, de esta forma damos opción al que quiera usar el transporte público ¿Y porqué no un aeropuerto inútil como el de Castilla La Mancha?, ¡así podrán coger la desgraciada familia sus vuelos cerca de casa para irse de vacaciones a Cancún!.
¡Que bonito es todo! Esa familia, los pseudoprogres, los amiguetes con los que se contrata la obra pública y el demagogo de turno que gobierna estarán felices gracias a los mentecatos que pagan coactivamente sus impuestos.
¿No sería más fácil que dicha familia se trasladara a vivir a la ciudad para poder elegir libremente entre los recursos sanitarios públicos o de iniciativa privada que se ofrecen?.
Bueno, si no estás de acuerdo tú y muchos pseudoprogres como tú, siempre podéis donar la mitad de vuestro sueldo con la intención de construir hospitales en lugares poco rentables para la jodida iniciativa privada, así podréis dormir con la conciencia tranquila sin necesidad de recurrir al dinero de otros.
Los enemigos de la libertad rechazáis la privatización porque en realidad apreciáis la coacción política, y en la privatización veis con temeridad el ingrediente básico de la sociedad abierta: la libertad de los ciudadanos. Se os llena la boca con el Estado de bienestar, con la necesaria dependencia del Estado; pero todo eso no es más que la institucionalización del parasitismo, camuflado en el sueño de la solidaridad obligatoria y el falso progreso social utilizando el dinero de otro. Un parásito siempre intentará engañar a su huésped para no ser detectado y eliminado. A veces lo consigue. Incluso le hace creer que resulta beneficioso para su supervivencia.
No debemos olvidar que un servicio privado, y esto está demostrado, ofrece siempre mayor calidad a menor coste porque está mejor gestionado que los servicios públicos. Existe un dicho famoso que nos ilustra esto: “lo que es común es de ningún”.
Recordemos al exministro de sanidad socialista, don Bernat Soria que aseguró que la sanidad, "el más esencial de los servicios públicos, en España es universal y gratuito".
¿Gratis?, ¡ y un carajo! Cada año los ciudadanos son forzados por el Estado a pagar más y más pasta por la sanidad, que según el exministro es falsamente gratuita. Menudo engañabobos está hecho. Pero, ¿podemos denunciar este robo y decidir donde gastar el fruto de nuestro trabajo? No, eso es imposible dirán los pseudoprogres, porque en ese caso nos inclinaríamos a favor de la libertad y no interesa que las masas tengan esa libertad puesto que sería difícil dominarlas.
Proclamaba el socialista Soria que la coacción es siempre bienvenida, porque la sanidad pública ¡no tiene precio!. Otro iluminado a escena como la otra mediocre exministra socialista egabrense que afirmó que el dinero público no era de nadie. ¡Que cara tienen!.
Reflexionemos con relación a la educación pública. Su función será acabar con el analfabetismo, dando la posibilidad de que todo el mundo pueda formarse lo mejor posible para ser capaz, en el futuro, de sostenerse por sí mismo. Sin embargo, la ausencia de incentivos impide con frecuencia que la educación que se ofrece desde el sector público sea de calidad.
Pocos maestros funcionarios se esfuerzan o bien, pocos directores funcionarios de escuela pública evitan enfrentarse con los docentes, la mayoría integrados en sindicatos sectarios, y exigirles resultados, si saben que al final, a todos ellos, les van a pagar lo mismo. Además, está el problema del mangoneo político de la enseñanza. Me refiero a la manipulación de los alumnos por el gobierno de turno, ya sean gobiernos socialistas de derechas o gobiernos socialistas de izquierda.
Los socialistas de todo color suelen desvirtuar por completo el concepto de lo social, que en vez de ser el producto de relaciones espontáneas, altruistas y voluntarias entre individuos libres se transforma en burocratización estatista establecida mediante la coacción.
Los ciudadanos deben exigir menos Estado y más libertad para ser responsables de sus vidas, sin que papá Estado se dedique a la fatal arrogancia de saber lo que nos conviene mejor que nosotros mismos.