“En la vida es imposible renunciar al pasado, a la memoria. Es necesario afrontarlo para que los fantasmas del pasado no se conviertan en una herida que no se cierra nunca”, afirmó el manchego Pedro Almodóvar.
Pedro Almodóvar no quiere saber que la guerra civil empezó en octubre de 1934 en Asturias, con la sublevación del Partido Socialista contra el legítimo gobierno de la segunda República, coincidiendo esto con el intento separatista de la Cataluña presidida por el liberticida Luis Companys. Pedro Almodóvar no quiere saber que en la España de la fracasada segunda República se reivindicaba poco la democracia. Mientras unos luchaban por defender sus chirriantes privilegios típicos del feudalismo, otros se obstinaban en que la ciudadanía tragara con esa sanguinaria dictadura del proletariado que tanta miseria y desesperación ha traído allá donde ha arraigado. La verdad es que, tal como ocurre actualmente, muy pocos defendían los principios y valores de la verdadera democracia liberal, cuyas bases son la Libertad y el respeto al prójimo.
¿Qué virus ideológico se había introducido en los cerebros de aquellos españoles para llegar a matarse entre ellos?. Sabemos que el mal invade todos los rincones, por eso hubo crímenes horribles en ambos bandos. Es un hecho que los ideales revolucionarios de unos y el espíritu de supervivencia de otros quedaron manchados por crímenes horribles de gentuza que se aprovecharon del caos y el desorden existente. Estas conductas son reprobables y deben causarnos vergüenza a todos.
Nunca debe considerarse legítimo recurrir a la violencia con el propósito de imponer una ideología o convicciones políticas contrarias a la Libertad de la ciudadanía. La memoria histórica no debe servir para abrir heridas sino para reconocer a los que dejaron su vida en el frente creyendo un ideal, aunque algunos de ellos estaban allí porque se les había lavado el cerebro a base de consignas, falsedades y manipulación; otros porque, simplemente, fueron reclutados a la fuerza sin comprender porqué luchaban.
La Guerra Civil fue un trágico fracaso colectivo del pueblo español. Afirmar, como hacen los sectarios cejateros de la calaña de Pedro Almodóvar, que fue una rebelión de los fascistas contra los demócratas es simplificar demasiado arropándose en una peligrosa mezcla de perversidad y mediocridad. Es obvio que en aquellos tiempos crispados, angustiados y embrollados de la España de 1936 la democracia y los demócratas brillaban por su ausencia.
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