Me preguntaba un socialista sevillano si yo estaba de acuerdo en que se repartieran las fortunas y las tierras de los terratenientes entre la gente humilde.
-¿Y con tu dinero que hacemos?. ¡Con ese no, mejor con el de otros! ¿verdad?, ¿y cuando una persona es más rica que otra, dónde pones el listón? Es posible que tu seas más rico que yo, es decir, más terrateniente, como así te gusta llamarlo, ¿eso me legitima para fusilarte y repartir tu riqueza? - le contesté:
A este sevillano borracho de consigna marxista se le escapó uno de los perversos sueños con el que anhelan todos los liberticidas pero que suelen disimular con el disfraz de la pseudodemocracia hasta que alcanzan el poder absoluto.
- ¡Pretendéis arreglar el mundo a golpe de hoz y martillo. Robáis el dinero de otros para hacer realidad vuestro sueño pueril, pero cuando se trata de vuestra pasta ya os apañáis de sacarle el mejor rendimiento!.- Aquí se acabó la conversación.
El socialismo es una falsedad basada en la envidia, la demagogia y el fariseismo de sus seguidores. Recordemos aquel alcalde que se sentía muy socialista y que le llamaban el “Patillas”. Recordemos como hipócritamente cantaba la maldad de los terratenientes mientras escondía debajo del colchón la pasta que trincaba como buen cacique.
Todos sabemos que en la mente de las masas se han inoculado, a fuerza de manipulación y falsa propaganda, las estúpidas ideas de que es legítimo robar a los ricos, que el socialismo ampara a los más humildes y que la economía de mercado únicamente favorece a los más pudientes. Pero detrás de estas perversas ideas sin ningún fundamento se oculta uno de los peores instintos del ser humano: la ENVIDIA.
La base del marxismo estriba en la falacia de que los ricos son ricos porque han robado a los trabajadores, que son los pobres. Así de un plumazo convierten a un sistema económico natural como la economía de mercado en un juego de suma cero. Dónde no se crea nada sino que la riqueza es una sola tarta a repartir. Dónde unos pocos se comen casi toda la tarta y dejan unas migajas al resto.
La mediocridad marxista ni siquiera se plantea de que puede haber, siempre que se fabriquen, muchas tartas para alimentar a todos y para eso se necesita trabajo e inversión; o sea, esfuerzo y ahorro, algo incompatible con el prototipo socialista que gusta vivir al día, sobre todo de las rentas de los demás sin ninguna intención de sacrificarse en el presente para asegurarse el futuro. Para eso se han inventado su “Estado de Bienestar” que consiste en que uno tiene que vivir toda su vida con la mano metida en el bolsillo de otro. Es como el cuento de la cigarra y la hormiga amplificado, pero en la vida real de un sistema socialista quien muere siempre en el paredón son las hormiguitas díscolas.
Para todo liberticida fabricar muchas tartas para beneficiar a la sociedad recurriendo al espíritu emprendedor, a la eficacia para descubrir ineficiencias en las transacciones voluntarias entre indivíduos y a la capacidad de detectar oportunidades de negocio que favorecen la creación de empleo; son cosas malas, del demonio, por lo que se sienten obligados a proteger a la clase trabajadora sin que ésta se lo haya pedido. En el empeño, les robaran la cartera a base de impuestos, intervendrán en todos los rincones de su vida y dejarán a todos en el desempleo.
La realidad nos muestra que dicha protección pseudobeneficiaria se convierte en todo lo contrario, es decir, en la destrucción de toda esperanza que tenga una persona humilde de prosperar o la de un desempleado en encontrar trabajo y obtener una renta con la que ir mejorando su vida.
El análisis simplista del marxismo por el cual se fijan las premisas de su inviable doctrina se basa únicamente en la envidia. Una envidia igualitaria que vociferan los liberticidas constantemente tomándola como justificación para que los más holgazanes y vagos se apropien de los bienes y rentas de los más trabajadores y productivos.
Así el Capitalismo de Estado, vulgarmente denominado Socialismo, favorece al mediocre, al parásito y al vividor; castigando al emprendedor o persona que intenta prosperar creando riqueza, o sea, produciendo bienes y servicios que beneficiarán a toda la sociedad.
El sistema económico socialista nunca otorgará a los más humildes un futuro esperanzador lleno de oportunidades para mejorar su vida puesto que su sistema no funciona. Es un hecho constatable que si se perjudica la actividad económica se debilita más a los que menos medios tienen, puesto que la producción de bienes y servicios se reduce y los pocos bienes existentes sólo están al alcance de los más privilegiados. Si nadie invierte para crear empresas de bienes de consumo a quien se perjudica más es a los consumidores menos pudientes, con menos bienes, de peor calidad y más caros. Si se deja de crear empleos, porque el sistema ahuyenta a los inversores, quien se perjudica más es a la clase obrera que dejará de obtener salarios condenándoles al paro indefinido. Sólo el socialismo beneficiará a los que imprimen las cartillas de racionamiento y a los que fabrican las porras con las que golpearán a los disidentes.
http://www.youtube.com/watch?v=22JrRLa9m2Q
http://www.youtube.com/watch?v=7W6C6hVi4Tk&feature=related
http://www.goear.com/listen/04b2bfb/terratenientes-www.lodicecincinato.tk
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Me voy de putas, paga el contribuyente
A las mariscadas, a las mariscadas…..
Muy bien descrito
ResponderEliminarEl continuo discurso que vende la izquierda efectivamente es el de ver la riqueza como lo que hay y sobre lo que se puede caer como la plaga de la langosta. Mucha gente que les sigue se cree que el Banco de España está lleno a reventar de dinero y que si no se saca para repartir es porque la derecha es muy mala y no deja. En realidad parece increíble, pero se mueven a ese nivel y se aprovechan de la ignorancia y del fanatismo de sus votantes, a los que llevan a la ruina inexorable.
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