La odiada sanidad madrileña de Esperanza Aguirre

Hagamos a la gente una pregunta: ¿Cuando se necesita, por cuestiones de salud, una intervención quirúrgica, qué es lo que realmente se desea: que los cirujanos sean funcionarios o que su habilidad, amabilidad, capacidad y profesionalidad sean excelentes para el buen curso de la operación?.

Esto lo digo con relación a lo que me ha confirmado un amigo: “La sanidad en Madrid es excelente y no te piden la tarjeta de crédito cuando la utilizas, tal como decían algunos falsarios y demagogos, que todos conocemos, para asustar a las masas”. Otro bulo como ese “de que viene el despido libre, ¡corred, corred!”, y el paro no deja de aumentar.

En el caso de la sanidad pública impuesta de forma obligatoria y ante la falta de alternativa o capacidad de elección, la gente con sentido común siempre preferirá más calidad pagando menos impuestos, o sea, más calidad a menor precio. Y esto se logra sólo siendo un buen gestor público y mentalizándose de que el dinero es del ciudadano, no como esa ministra progre socialista que decía que el dinero público no era de nadie.

¿Si cuando vas al mercado tienes la posibilidad de estudiar las ofertas y elegir la mejor fruta al menor precio; porqué cuando se trata de tu salud, que es más importante que un kilo de mandarinas, no tienes la misma libertad de elegir?

También al personal sanitario le interesa más un buen salario que ser trabajador laboral, funcionario o estatutario. Una prueba de ello es que los más cualificados, se está marchando a trabajar a Estados Unidos, Gran Bretaña o Portugal puesto que allí el salario es mayor y lo de ser funcionario les importa un pijo. ¡Tiene gracia, nosotros les pagamos a la fuerza su formación en Universidades Públicas y luego no podemos aprovechar sus servicios profesionales!

No critico su opción libre de trabajar donde les de la gana sino la expropiación de los ingresos de los ciudadanos para pagar esas Universidades Públicas sectarias donde el retrato de un asesino de gatillo fácil, como el del Ché Guevara o el de un iluminado totalitario como Ho-Chi-Minh, lo puedes encontrar tanto en las aulas como en el despacho del rector. Eso lo dice todo.

Que conste que con esto no me declaro fanática seguidora de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, ¡¡ Sí, me refiero a Esperanza Aguirre, esa rojilla, intervencionista y populista que quería prohibir que se construyera viviendas de más de 4 alturas o que inaugura continuamente escuelas públicas, hospitales públicos y hasta un teatro público. Pero hay que reconocerlo con lo que respecta a la sanidad: las cosas bien hechas, bien hechas están

Mientras tanto los de IU y la PSOE acusan a Esperanza de fascista, ultraliberal y neocon tal como dice la consigna y siempre con el apoyo táctico de sus sindicalistas liberados de trabajar que suelen enviarlos para boicotear sus actos. Existen incluso protestas de los pacientes contra los sindicalistas disfrazados de médicos que reivindican para otros, no para ellos ni para su líder Fidel, la sanidad de Dr. Montes, ese que prepara unos cócteles (de sedantes) que están de muerte (literal).

¡Si es que no tienen remedio! ¿O es que tienen miedo a que Esperanza conecte con las masas y les fastidie el negocio?

Para colmo, tras medio siglo de pregonar por el mundo los grandes logros y éxitos de la sanidad de la Cuba revolucionaria, todos sabemos que su amado Fidel Castro recurrió desesperadamente al jefe del servicio de cirugía del hospital público Gregorio Marañón, centro sanitario gestionado por la odiada Esperanza Aguirre.

También el dictador bananero utilizó con desesperación los fármacos capitalistas fabricados por las multinacionales que tanto aborrecen. En cambio, a la Cruz Roja no le permiten entrar en las más de doscientas cárceles que construyeron los camaradas revolucionarios, con el humanitario propósito de asistir a los presos políticos.

Esto me contaba una amiga cubana:

“Cuando le atendieron a Fidel no estuvo nunca en un pasillo de hospital; es más parece que disfrutó de una habitación individual, en la que tenía una cama e incluso un sillón. Disfrutó de un desayuno, comida y cena, y no tuvo que llevar todos los días la tartera desde su casa; no le faltaron sábanas limpias, que le cambiaban al menos una vez al día, sin necesidad de pedirlas prestadas a un vecino, porque en los hospitales y dispensarios falta de todo, desde vendas hasta aspirinas, pasando por anestesia. Los aparatos de radiología funcionan como los automóviles de por aquí, modelos desfasados con muchos años de uso. Además Fidel tenía cara de haber tenido acceso a las medicinas (capitalistas) necesarias para tratar su enfermedad, y no ha necesitado acudir a los turistas para que le provean con alguna de las escasas medicinas que pueden introducir legalmente en la isla”.

Con relación a los “avances” educativos y sanitarios de Cuba, hagamos otra pregunta a la gente: ¿Enviarían a sus hijos a estudiar a La Habana? ¿Y a operarse? Pues va a ser que no.