Reflexión para hoy:
domingo, 7 de febrero de 2010
Stalin y la gallina
La revolución rusa estuvo a punto de sucumbir por el desencanto del pueblo con la dichosa dictadura del proletariado que sólo les había traído más represión y más miseria. Entonces los colaboradores de Stalin preocupados por la situación decidieron pedirle consejo para evitar una rebelión popular.
Stalin les recibió y sin mediar palabra los llevó al patio de su casa en una fría y ventosa mañana de invierno. Stalin agarró una de las gallinas que deambulaban por allí y procedió cruelmente a arrancarle todas las plumas. Luego puso al animal en el suelo y exclamó: “ya eres libre”; pero el ave, con la piel amoratada debido al frío siberiano y al dolor causado por el suplicio, no hizo otra cosa que pegarse a los zapatos de su torturador restregándose con la tela de sus pantalones. Sin embargo todos sus colaboradores pensaron que la gallinácea saldría huyendo espantada después del brutal acto.
Stalin les explicó que el ejemplo representaba la base del socialismo para controlar a la ciudadanía: “Igual que la gallina, el pueblo humillado se postraría ante él suplicando sobrevivir cuanto más lamentables fueran sus condiciones de vida en un escenario de terror”.
El mensaje de Stalin estaba claro; crear una sociedad sumisa, aterrada y totalmente dependiente del Estado para someterla con facilidad como gallinas desplumadas esperando a no ser elegidas para llevarlas al matadero.
Tiempo después, un famoso discípulo del tirano soviético llamado Fidel Castro, después de presenciar algunos de esos fusilamientos sin garantías procesales que tanto le gustaba al sanguinario Ché Guevara; se reunió con sus jefes militares y civiles para informarles de los proyectos de gobierno que tenía para la nueva Cuba. Algunos de sus más fieles seguidores le replicaron que dichos proyectos podrían ser incompatibles con la democracia y no eran viables para facilitar la prosperidad deseada puesto que el pueblo cubano no los soportaría, además de que no se había hecho una revolución para eso; a lo que Castro les respondió que “el pueblo soportaría todo lo que se le haga porque el pueblo aguantará más mientras mas patadas se le den”. Ese fue uno de los motivos por lo que muchos de sus colaboradores desengañados desistieron de la revolución poniendo rumbo a Estados Unidos. Otros no tuvieron la misma suerte.
El socialismo es el método que los profesionales de la pseudorevolución han ideado para conseguir con astucia y maldad, el poder absoluto que les permita vivir a costa del sacrificio y esfuerzo de sus pueblos.
En el siglo XXI la democracia es su trampolín más apreciado para conseguir esos objetivos perversos. Una vez en el poder gracias a las urnas, mucha demagogia y a un ejercito de incautos que se la tragan doblada, siguen comprando voluntades cuyo pago se hace liquidando todos los recursos del Estado, devaluando la moneda si es menester y emitiendo alocadamente deuda mientras alguien se la compre. Después, si no tienen bastante, recurren a las expropiaciones, o sea, al robo de las propiedades privadas y a practicar “corralitos”, todo con el objetivo de seguir financiando sus sueños de transformar la sociedad a capricho.
Cuando la sociedad está esquilmada completamente, los pseudorevolucionarios fieles a la locura aplicarán el terror de Estado para mantener a raya a otros que osen alegar el fracaso de la pseudorevolución, justificando sus crímenes en nombre de la lucha de clases y del principio de la dictadura del proletariado, convirtiendo así en legítima la eliminación de las categorías de ciudadanos considerados dañinos para la construcción de su utopía y, por tanto, enemigos del pueblo al que dicen representar.
Pero disfrazado de democracia o no, es el socialismo de siempre; el de Pol Pot, el de Mao Tse Tung, el de los hermanos Castro, el de los Kim Jong, el de Evita Perón, el de Hugo Chávez, el de Zapatero y de tantos otros tiranos o aspirantes a tiranos que gobiernan o esperan gobernar.
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El socialismo de siempre. Y punto.
ResponderEliminarLas patrañas del "socialismo" asquerosa mentira diabolica.
ResponderEliminarLas patrañas del comunismo diabolico de siempre.
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